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Todas nosotras tenemos aquellas ocasiones memorables en que
por primera vez hicimos algo. Al fin y al cabo, mas vale hacerlo que terminar
arrepintiéndonos después por no haberlo hecho, ¿o no?
Mientras en mi mente daba vueltas la idea de
crear un blog propio, aquellos momentos memorables relacionados con mis
primeras veces en la escritura comenzaron a surgir de mis recuerdos.
Recuerdos, que por supuesto, me llevaron hasta
primer grado y la dichosa historia de la hormiguita que me llevo toda una
carilla porque la señorita no se decidía a dejar de hacer cosas para finalmente
regresar a su casa (y créanlo o no, mi madre aun guarda esa historia como un
preciado tesoro).
Este fue el momento exacto en que descubrí que,
además de ser una consumada ratoncita de biblioteca, era una habida escritora.
Aunque, tarde algunos años mas en finalmente decidirme a poner mis historias en
papel.
En mis primeros intentos, fue mi madre. Siempre
dispuesta a comprarme anotadores y biromes, y lidiar con una pequeña escritora
que cuando no tenía la nariz metida en un libro, la tenía metida detrás de
alguna hoja rayada.
Luego, estuvieron mis amigas, que siempre
sonrientes jamás se ofendían cuando perdían mi atención porque alguno de mis
personajes exigía ser volcado al papel.
Pero lo que cambio mi vida para siempre ocurrió
en unas vacaciones de verano en Atlántida, Uruguay. Como buena ratoncita,
aquella primera noche de veraneo, no tarde en entrar a una de las tantas
librerías de la calle principal, mientras mi padre me “hacia el aguante” y
esperaba pacientemente afuera.
Me encontraba enterrada detrás de varias pilas
de libros, buscando alguno que no tuviera cuando junto a la puerta de entrada,
sobre el cuarto estante vi una portada rosada con letras doradas. Por Amor a
Ti, de Catherine Coulter.
Pensaran que de inmediato me abalancé sobre el y
amenacé de muerte a cualquier que siquiera amagase a intentar arrebatármelo.
Error.
Me le acerque con lentitud, como quien no quiere
la cosa, y con mucho cuidado, lo gire para leer la contratapa. Y lo regrese a
su lugar.
Tranquil@s. La historia sigue.
¿Qué paso después?
Dos días de coqueteos, y visitar la librería
todas las noches, hasta que mi madre finalmente viendo mi obvio deseo de tenerlo,
me lo compro. No era que no lo quisiera al libro, sino, que jamás había leído
una novela romántica y con doce añitos no me decidía a dar ese paso que
sellaría mi destino para siempre.
Sobra decir que me devore el libro entero esa
misma noche, y para cuando volvimos a Buenos Aires, mi bolso de viaje rebosaba
de novelas románticas. Y mi anotador de ideas sobre historias para escribir.
Créanlo o no, aun las conservo a la gran mayoría
de las novelas. Aunque, cada cierto
tiempo se ponen inquietas y comienzan a chistarme para que las saque de sus
lugares privilegiados en mis bibliotecas y les haga unos mimos. Lo cual
usualmente terminar conmigo levantada hasta las 3 de la mañana leyéndolas.
De aquella noche ya han transcurrido 18 años, y
mi pasión se mantiene intacta. Pero a medida que ese tiempo fue pasando, así
fue cambiando mi deseo. Un deseo que comenzó con un susurro, hasta finalmente
convertirse en una fuerte voz y clara: “Quiero ser escritora de novelas
románticas”.
Much@s pensaran que es un capricho que surgió de
un día para el otro, y yo les diré que están equivocad@s. El deseo y las
historias siempre estuvieron, lo que faltaba era que yo me tuviera la
suficiente confianza como para luchar por mi sueño.
Ahora, a pesar de las dudas y de los miedos, les
doy la bienvenida a mi blog. El lugar donde espero dar a conocer mis obras y
hacerme un lugar en ese mundo tan maravilloso de l@s escritor@s de novela
romántica.
¡Muchas Gracias, y seas bienvenid@!
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